El contexto
Desde un primer análisis de los flujos de visitantes internacionales surge, con extrema claridad, como la tendencia cada vez más afirmada en los países que mayormente contribuyen a la demanda de oferta turística, sea la búsqueda de ecosistemas incontaminados en localidades más allá de los itinerarios tradicionales. Localidades en grado de ofrecer un contacto directo con la naturaleza más pura y con culturas tradicionales intactas, puesto que todavía no han sido invadidas por modas y costumbres occidentales. Esta tendencia se une a la idea, ya difundida, del turismo responsable y sostenible realizado según los principios de justicia social y económica, respetando completamente el medio ambiente y las culturas, y además teniendo como primer objetivo el reconocimiento de la importancia de las comunidades locales que acogen este tipo de turismo.
Estas importantes consideraciones, dimensionadas para Nicaragua, abren escenarios interesantes para la concepción y el desarrollo de servicios, estructuras recreativas y de alojamiento que puedan responder a esta demanda creciente de oferta turística, teniendo en cuenta que está pensada para contextos territoriales todavía hoy vírgenes.
Esta nueva tendencia no debe ser asimilada con la moda del turismo de aventura, en realidad ya en declino, relegada a un tipo específico y minoritario de visitantes, cuyo principal objetivo es, en realidad, realizar una experiencia humana en territorios lejanos de la realidad de cada día, más que una verdadera apertura a contextos culturales y naturales nuevos.
Un elemento de fundación de este nuevo modo de interpretar las vacaciones es la búsqueda de un territorio con una identidad específica natural y cultural, en el que vivir en estricto contacto, respetando sus peculiaridades y queriendo llegar a ser parte integrante, y no periférica. Esta nueva manera de vivir el turismo tiene una propia historia cultural, íntimamente relacionada con el mito de Robinson Crusoe, en clave moderna, que vive y se adapta a la naturaleza salvaje y a las poblaciones indígenas, redescubriendo la identidad originaria y alcanzando la verdadera felicidad.
A partir de esta erudita referencia literaria, nace la idea de un proyecto turístico que pueda recrear la ilusión de una experiencia análoga a la del afortunado personaje de la novela de Daniel Defoe. Aunque se trata de un proyecto turístico que está pensado en un contexto recreativo y de alojamiento emblema de un estándar de calidad de alto nivel.
Esta fusión e identificación con el ambiente circunstante tiene como objetivo permitir un verdadero y completo conocimiento de la realidad circunstante y de enajenar al turista en una dimensión humana de los orígenes; dimensión de todos modos llena de sugestiones, ya que se trata de una visión antitética de la vida cotidiana y una verdadera evasión, un mito para perseguir, un retorno a los valores, a los sabores y a los ritmos antiguos.
Semejante modelo turístico se funda, evidentemente, en el intento de estructurar un contexto habitable y recreativo lo más acorde posible con las costumbres y los elementos arquitectónicos locales, intentando hacer lo más invisible posible las inevitables comodidades modernas. Todo ello con la insignia de materiales naturales y energías ecosostenibles, con una tendencia al uso de la conexión de Internet sin cables, no invasiva y discreta, pero con la ventaja de llevar la periferia del mundo al centro de las informaciones y así, al turista le es consentido seguir comunicando y enriquecerse cuturalmente en un oasis incontaminado, fuera del contexto social moderno.
Otro elemento de fundación del proyecto es el desarrollo de un nuevo tipo de turismo rural: el turismo rural tropical, o sea la instalación de una pequeña plantación de fruta exótica y de hortalizas locales, que junto al pescado fresco y a la gastronomía nicaragüense son producidos para los turistas que desean redescubrir una alimentación natural y de gustos perdidos.